Para el oficio más importante, que es el vivir, no hay maestros.
Para la elección más determinante, la de nuestra pareja, no hay información segura.
Para saber hacia dónde vamos a dirigir nuestra vida, no hay mapas.
Para saber cuánto vamos a vivir, no hay relojes.
Para saber cómo vamos a vivir, no hay prismáticos.
Para saber cuáles son los momentos más cálidos de nuestra felicidad, no hay termómetros.
Para saber cuándo hay que romper con un pasado sin futuro no hay pólizas de seguros.
Entonces, ¿a qué nos podemos acoger para hacer este camino desconocido, sinuoso y movedizo que es la propia existencia?
Al final sólo quedamos nosotros mismos, principio y fin de todo lo que soñamos, idealizamos, tememos y ansiamos. Nosotros, con dos grandes fuerzas como motor de impulso: nuestra actitud mental y nuestra tenacidad. La actitud nos marca la dirección; el tesón nos empuja a alcanzar lo que nos proponemos.
Por eso es tan necesario conocerse a sí mismo. Sin egos que nos sobrevaloren y sin depresiones que nos minimicen. Valorarnos en nuestra justa medida, sin confundir la necesidad con la posibilidad, sabiendo tomar la temperatura exacta de nuestro momento y la presión aproximada de nuestra voluntad. Estamos vivos y cada día hay mucho por absorber, por disfrutar, por alcanzar; todo depende de la actitud mental, que no deja de ser el barómetro personal de nuestro fracaso o nuestra felicidad.
1 comentario:
Este artículo lo ví en la contraportada del diario ADN (diario gratuito) y me impacto bastante..... ese es el sentido de la vida.... vivir dia a dia (como Rambo)
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