De pequeño y con el colegio, subimos de excursión a la Ermita de Sant Genís de Rocafort en una de las montañas pertenecientes de Martorell. Desde aquel entonces no volví a subir y siempre he tenido ganas pero nunca he tenido la oportunidad de hacerlo. El sábado pasado me decidí a volver de nuevo con mis niñas y la verdad es que se lo pasaron muy bien, subimos hasta la ermita y nos comimos un bocadillo sentados en una roca mientras nos deleitábamos con las maravillosas vistas que desde allí teníamos a nuestros pies, exceptuando claro, la autopista, fábricas y edificaciones que lo intoxicaban un poco.
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