El pasado jueves fue su último día. Bueno, decirlo así suena muy catastrófico, voy a arreglarlo un poco. El pasado viernes fue su primer día. Después de mucho años llevando trenes, Alejandro hizo su ultimo viaje el pasado jueves y al finalizar su turno comenzó a ponerse nervioso, a moverse constantemente y a notársele un pequeño brillo en los ojos. Otro más que se nos va a disfrutar de la vida. Como colofón a la espera de la cena de despedida, los allí presente le despedimos como a los Campeones, haciéndole un pasillo como buen Merengue que es (como me cuesta decir esto con lo Culé que soy, bueno tratándose de él no tanto), y haciéndole casi saltar las lágrimas, creo sinceramente que al doblar la esquina alguna se le escapó.
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